martes, 7 de febrero de 2012

POEMA TRIUNFADOR DEL PREMIO SAHUAYO DE LITERATURA 2011


CON UN RUMOR DE LUZ EL MAR CANTABA

“MARINERO EN TIERRA”

I
Ardiente día disperso en amarillo río  de palabras
quién se orilla a tus cauces,
a tu germinadura,
quién golpea tu luz que fosforece,
quién pedazos de sombra golpéala
ojos de pez de sol
de orilla sorprendida,

quién reverbérala en islas imprecisas,
en manantiales de otoño esculpidos
donde la hoja emerge,

donde calizos soles de repente
rompen sus viejos moldes,
para que golondrinas blancas en el agua
ericen su corazón de polen,

para que los albatros en el fuego se levanten,
para que hasta las alas sean árbol
y alcor,
para que hasta semillas unánimes de pájaros…

polvo que se desmenuza como canto verde
orillas del agua,
C}como fruta cerrada de miradas,

como mirada de ángel escindido
de donde cae la palabra
detenida en el árbol de la espada,
hecha reverberación postrera en el ave y la luz,
en las altas maderas donde el dolor encalla
y en los bosques
donde también las barcas,

II
donde de tantas vidas fue la hora
como el desprendimiento de una hoja,
como en el centro mismo del vértigo implacable
en que nada se mueve y sin embargo
nos engaña su detenido vuelo
como revés de espejos apagados
en donde las crisálidas beben color de savia
y hacen en la lluvia
arcos de verdes iris en el agua…

nubes de oscura presencia,
vientos gualdas corriendo a la deriva,
relámpago de súbita presencia,
húmedas uvas de color granate

polvo de Dios en las altas cornisas,
en donde el mismo cielo recién creado
se enreda entre la noche de piel viva
y abre su grafito de luz
y nace el agua,

exacta, como lo que es,
como la conocemos, llena de mojaduras perpetuas
y racimos,

un galope de peces en el aire
y en el fuego más fuego de la nocturna brasa,
y en la estrella más nítida y litoral
y pez espada,

en la arena menos hermética y caracol
de un sol indescifrado,
en un aleluya de cada cosa y cosa,
donde difícilmente, donde bronces
abren su sombra entera,
en donde se madera la luz y refulgece,

en donde las raíces del agua
se hacen respiración de pájaros,
y anhelante su canto se dispersa
en mojadura cóncava de otoños,

III
hay arideces que no son más que eso,
tierras desnudas y vacías
apisonadas por el viento,
piedras que de tanto golpear
se han quedado polvo,
como vidrios quebrándose,
como escamas de frio pez,

como remedo de los nenúfares
en una noche blanca,
en donde sueñan sombras antiguas
más allá de los páramos,

en donde se apuntala un bosque
lloviznado de pájaros,
en donde tu mirada se profusa tibia dentro de ti
como indeleble signo entre tus manos,
como incrustada de ti
en esos ojos que tienes como árbol,

IV
ah detentora de lo bello
que me calcinas con el hermoso fuego
de tu presencia humana

ah llamas de arideces que se apagan
entre golpe de lluvia
y piedras de agua…

ven a escuchar la luz que cae
delante de tus ojos
en descendida marea cómo irradia,

cómo se abre de repente su voz para nombrarte,
y tú la iluminada,
tú la llena de luz, cómo floreces…

ven a escuchar el agua que de la tarde fluye,
en gozosa dulzura
en deleitoso aceite de las palabras,

en unción encendida
en donde suele a veces
guardar el sol sus templos y sus arcas,

sus desmedidas desembocaduras,
su oráculo de ciénagas en engullida luz,
en donde limos hay de inescrutables fuegos,
en donde peces hay, y de tenaz espuma…

donde apenas espumas macilentan
el primíparo instante,
donde el silencio no es más
que el sonido invisible,

el positrón de ojos al acecho
detrás de la intangible tembladura,
del movimiento apenas,

donde el soñar es densidura
y es desierta la sincopada orilla,
y es álgido y persistente el lloro de la devoración
por el hocico negro en hoyo de sí mismo devastado,
batracio de lenta luz, de quieta mordedura,
de párpados que habitan
el centro inopinado de un apagado río
donde la oscuridad no ha concluido
y la palabra lámpara
yace junto a un montón de lunas…

V
y es en desiertos ojos donde habrá de mirarse
todo aquello que fuimos,
de cuando era mar de metales y ágatas,
y era mar detenido,
en donde sólo sombras aguardaban
una tarde de agua…
en donde la memoria no era
ni la púrpura era negra noche de sangre,

y eran mares cerrados
en cuyos puentes ardían dentro de sí
los días presagiados
como peces de líquido sombrío…

en apagados fuegos
cuando se rompe el día,
cuando en las olas de sombra cae el agua,
cuando los muelles gritan a contramar
y hay fragatas de orillas turbias en el fondo
donde una flor de nieve es el tributo
que se paga a los ángeles que se esperan en los puertos
con sus atropelladas alas por la sal del silencio

en llamarada sitiada por sí misma,
en calcinado mareaje de sombras,
en movimiento desperdigado y aleve
como la ceniza de una rosa yerma
que en verde taciturnidad hace de árboles y trémulo
el abrumado centro del otoño,

en el seco de la alta calamidad
donde gira lo negro entre las nubes,
donde la oscuridad
ensucia los arroyos del aire,
donde los légamos en la fatiga de lo abstracto
hacen de la yerba raíz en lo más hondo,

donde los ateridos danzan ojos de los pájaros
y en el rescoldo grito también se desperdigan…


Dr. José Luís Amparo González.
TRIUNFADOR DEL PREMIO SAHUAYO DE LITERATURA 2011

EN LA FOTO
FANY I
REINA DEL  PREMIO SAHUAYO DE  LITERATURA
Y DR. JOSÉ LUIS AMPARO GONZÁLEZ
TRIUNFADOR DEL PREMIO SAHUAYO DE LITERATURA 2011
CON LA POESÍA
"CON UN RUMOR DE LUZ EL MAR CANTABA"