martes, 5 de mayo de 2015

CUENTO GANADOR DEL PREMIO SAHUAYO DE LITERATURA 2014

LAS CATRINAS
Aura M. Romo

Como todos los noviembres de Michoacán, particularmente los de Capula, el cielo amenazaba con una fuerte lluvia torrencial. Faltaban dos días para el Día de Muertos y Don Catarino, encerrado en su taller, con una taza de café de olla humeante, rodeado de artesanías de barro sin secar, se tronaba los dedos con desesperación.
-          ¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer? Si sigue lloviendo, el barro no se secará… No vendrán turistas, no tendré artesanías que vender… ¡no podré concursar en la Feria de las Catrinas! ¡Y una vez más, perderé!
Don Catarino Tamayo se levantó de su silla y encendió un cigarrillo de su cajetilla de Delicados. Recordaba como si fuera ayer, hacía 36 años, cuando su vecino de enfrente, su competidor, Juan Torres, había creado una catrina en barro. ¡Había sido todo un acontecimiento! Sobre todo, considerando que el método clásico para crear a una catrina era el de usar la técnica del papel maché. Catarino recordaba cómo la prensa local, estatal y posteriormente nacional le había dado fama a Juan como el precursor de la catrina de barro, lo que le reportó a su vecino millones de pesos. Ahora él tenía un taller en Morelia, sólo se presentaba en Capula la Noche de Muertos para participar en el Festival de las Catrinas y, como siempre, se llevaba el primer lugar. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por los gritos de su mujer.
-          ¡Catarino! ¿Estás fumando?
-          ¡Sí! ¿Algún problema? ¡Mira! ¡El barro no se seca! ¡No tengo ni idea de qué catrina diseñaré para por fin poder ganarle en el festival a Juan, tengo encima de mí una presión de los mil demonios y resulta que a ti te molesta que me esté fumando un cigarro! ¡Déjame en paz!
-          Papá… - dijo Adrián, el más considerado de sus hijos. – Deberías dejar de competir contra Juan… Para mí tú eres el mejor alfarero de Capula… Tus catrinas siempre son las más bonitas…
-          ¡Mientras yo no gane el Festival de las Catrinas, no me consideraré el mejor! Y si sigue lloviendo ¿cómo trabajaremos estos dos días? ¿Cómo tendré una catrina lista?
-          No te preocupes… verás que Diosito nos ayudará y que lograremos tener la catrina más bonita para el Festival… ahorita mismo estoy diseñando bocetos para los vestidos… ¿qué quieres? ¿Una catrina flamenca, una mariachi, una rica?
-          Tú sigue diseñando… yo me regreso al taller…
Catarino encendió otro cigarrillo y entre la poca luz de su taller, buscó la primer catrina que había hecho en su vida. Era una catrina con un vestido verde lima, tacones puntiagudos y sombrero con flores amarillas. Medía más de 1.20 metros y había quedado en segundo lugar, tan sólo una décima abajo en puntuación con la presentada por Juan Torres. Lucía regia, soberbia, engalanada y preciosa. Y Catarino, como si fuese una persona, se sentó delante de ella y comenzó a hablarle.
-          Catrinita… mi catrinita verde… ya estoy viejo… ¡cómo han pasado los años! Mis manos ya me duelen… pero sigo haciéndote compañeras… pero ninguna me ha salido tan bonita como tú… Mi esposa no comprende el amor que siento por mi artesanía. Mis hijos, excepto Adrián, no saben lo que representa crear una catrina como tú, desde diseñar sus vestidos y sus joyas para verla terminada como ahora tú estás frente a mí… mi catrinita verde…
Pasaron las horas. Las nubes y la lluvia se fueron hacia otra parte y Catarino se sumió en un sueño pesado y vívido. Se soñó joven y que ahora era él quien ganaba el Festival de las Catrinas y que todos lo aplaudían a rabiar mientras el pueblo coreaba su nombre. “¡Catarino! ¡Catarino!” Y súbitamente, una mano fría lo despertó.
-          Despierta Catarino…
-          ¿Qué? – el viejecito, modorro, abrió los ojos y se quedó helado al ver que su catrina verde era quien lo había despertado.
-          No temas… No estás soñando. He escuchado tu deseo. Y te lo voy a conceder. Tienes exactamente dos días para diseñar con tu hijo Adrián la más hermosa catrina que puedas. Más hermosa que yo.
-          ¡Pero si tú eres mi obra maestra! – Catarino no tenía miedo. Era fascinación lo que sentía.
-          No, Catarino… Soy la Catrina. Y he venido por ti. Pero me ha conmovido que me hablaras tan sinceramente. Por eso te daré dos días. Sé que puedes hacerlo. Has vivido tu vida entre catrinas, Catarino… pues bien. Haz que la última valga la pena…
Y diciendo esto, la catrina verde se volvió a quedar inmóvil. El viejo comprendió y rezando un Padre Nuestro y un Ave María, se encomendó a Dios y se puso a trabajar.
La mañana siguiente, Adrián se dirigió al taller donde, encontró a Catarino como un loco, haciendo huesos, armando el esqueleto de una imponente catrina de dos metros y modelando la calavera que serviría de rostro.
-          ¡M´hijo!¡Sólo contamos con día y medio para el Festival! ¡A ver, enséñame los bocetos que hiciste!
Adrián se quedó estático. Aquella catrina iba a ser impresionante. Pero de pronto recobró la compostura y sacó sus diseños.
-          Mira papá… hice esta catrina vestida de dama del porfiriato… esta otra es una catrina clásica pero con colores más innovadores…
-          ¡No, no, no! ¡Estas ideas ya se han presentado! – Catarino movía la cabeza de un lado para otro. – Quiero algo soberbio, digno de la altura de esta catrinita…
-          Catrinota, querrás decir… - apuntó Adrián con un dejo de ironía.
-          Esta será la buena… la que le gane a Juan Torres y me consagre como artesano… Tendrá que ser etérea, hermosa, con porte, inocente al mismo tiempo…
-          Pareciera que me estás describiendo a una novia y no a una catrina…
-          ¡Eso es! – los ojos de Catarino se desbordaron de entusiasmo y Adrián se extrañó. - ¡Qué gran idea! ¡Ya sé que le vas a diseñar a esta catrina! ¡Diséñale el vestido de novia más bonito que jamás haya creado tu mente! ¡Como si le estuvieras diseñando a tu futura esposa!
-          ¿La vamos a vestir de novia? – preguntó incrédulo Adrián.
-          ¡Sí! ¡Será una gran sorpresa! ¡Lucirá radiante! ¡Y mi catrina, tan alta como quedará, me tomará del brazo cuando yo gane el Festival!
Catarino comenzó a tarararear “Si nos dejan” de José Alfredo Jiménez mientras comenzaba a armar el cuerpo de la catrina para que ya sólo quedara lista para ser vestida y ornamentada con el vestido de barro. Adrián nunca había visto tan afanoso a su padre, pero sonrió contento de poderle ayudar y en una hora, diseñó el más hermoso vestido de novia que persona viva o catrina jamás hubieran usado.
Pasó la hora de la comida, de la cena, la medianoche y Catarino y Adrián seguían trabajando, cociendo las flores que llevaría el vestido, aportando nuevas ideas, olvidándose de descansar. Pero llegó el momento en que a Adrián le venció el sueño y la Catrina verde volvió a aparecer frente a Catarino.
-          ¡Mi catrinita verde! ¡Mira! ¿Qué opinas? ¿Crees que voy bien?
-          Muy bien, Catarino. Pero hoy vine a visitarte porque tengo una pregunta para ti.
-          Dime catrinita…
-          ¿Qué sentiste todos estos años al hacer tantas catrinas como yo?
-          ¡Ay, catrinita verde!... Si tú supieras… - Catarino se sentó, encendió un cigarro y con toda la sinceridad del mundo, confesó. – A lo largo de mi vida, he perdido los Festivales frente a Juan… pero cada vez que creo a una como tú y la visto con los diseños de m’hijo, con esos colores alegres de México y queda terminada, mi corazón rebosa alegría. Cuando viene un turista y me la compra y la ve con cariño y sé que la tendrá de adorno en su casa o que la pondrá en un altar para recordar a sus muertitos y que yo contribuyo a eso, sé que no puedo tener mejor trabajo… Le doy alegría a los altares de los que ya se fueron, colorido al mes de Noviembre y mi corazón se siente feliz…
La catrina verde posó su mano sobre la de Catarino y sonrió.
-          Que tengas suerte, Catarino… y no te apures… la promesa sigue hecha. Vendré por ti.
Al día siguiente, entre Adrián y Catarino, trabajando sin descanso, terminaron la catrina que habría de concursar en el Festival. Había quedado imponente y bellísima. Su vestido de novia era preciosamente intrincado. Largo, con muchísimas y pequeñitas flores de barro adheridas y una cola larga que arrastraba. El escote era bajo pero coqueto, para que pudiera mostrar las costillas y Adrián había logrado un efecto de encaje con el barro para el frente del vestido. El tocado tenía muchas flores pegadas a un gracioso sombrerito antiguo y Catarino no había podido resistir la tentación de ponerle un velo de tul para darle más realismo a la hermosa “Catrina Novia”. Adrián se esmeró en el maquillaje y en un suave rubor de novia inocente y los zapatos de tiritas para que se pudiera apreciar el trabajo de los huesos del pie. Una “Catrina Novia” de dos metros de altura que en todo Capula jamás se había visto. Catarino y Adrián la miraron triunfantes.
-          Si no ganas papá… de verdad creeré que el Festival está vendido… esta catrina es lo más hermoso que has hecho… Supera por mucho a tu catrina verde…
-          Ya veremos que dicen los jueces… - Catarino suspiró con alegría mientras en las sombras, la catrina verde también lo hacía.
Al fin, el dos de Noviembre llegó. Las calles estaban cubiertas por preciosos altares de muertos, el olor de flores de cempaxúchitl embriagaba a los turistas, las velas y cirios encendidos hacían que las calles parecieran mágicas. Y en el fondo, donde se situaba el mercado de artesanías, donde se exponían las catrinas que participarían en el evento, miles de personas se peleaban para conseguir el mejor lugar para apreciar aquellas hermosas obras de arte que honraban la representación de  la muerte.
-          ¡Mira nada más a quién tenemos aquí! – se acercó Juan Torres, el enemigo acérrimo de don Catarino quien cubría a su catrina con una sábana y era custodiado por su hijo Adrián. - ¿Por qué cubres a tu catrina? ¿Tienes miedo de que yo la vea antes que el jurado y te diga que de nueva cuenta te voy a ganar?
-          ¡Para nada! ¡La cubro porque quiero que sea una sorpresa! – respondió Catarino con orgullo.
-          ¡Papá! Ahí viene el jurado… - se acercó Adrián.
El jurado calificador hizo acto de presencia y comenzó a recorrer el camino para admirar las diferentes catrinas que se presentaban esa noche. Juan estaba completamente tranquilo y Catarino se tronó los dedos. Pensó en su catrina verde y cuando el jurado llegó a admirar la “Catrina Tarasca” de Juan Torres, los murmullos de admiración no se hicieron esperar.
-          No cabe duda que es el maestro de las catrinas…
-          Deberíamos ya de emitir el voto ganador…
-          Falta una… - dijo una voz. – Hay que verlas todas.
Catarino y Adrián se dirigieron a sus puestos. El jurado se acercó a la figura inmensa cubierta por la sábana. Catarino se encomendó a Dios, a su catrina verde y tiró de la sábana. Y entonces el jurado, Juan Torres, turistas y todo el pueblo, hicieron una exclamación de asombro. Aquella catrina vestida de novia era la cosa más preciosa e increíble que jamás hubieran visto. En tantos años, nunca habían visto a una catrina vestida de novia, a una tan grande y hecha con tanto detalle y esmero. Raquel y los demás hijos de Catarino también estaban asombrados. Los flashes de las cámaras no se hicieron esperar. El jurado no podía dejar de admirar a aquella extraordinaria catrina.
-          ¡Maravillosa!¡Única!¡Espléndida!
-          ¡Es la catrina más original que jamás haya visto!
Catarino comenzó a llorar de emoción. Juan Torres palideció. Y en ese momento, el jurado se reunió y por decisión unánime, anunciaron.
-          ¡Es definitivo! ¡El ganador del Festival de Catrinas de este año es Catarino Tamayo con su “Catrina Novia”!
Los aplausos no se hicieron esperar. Adrián corrió a abrazar a su padre. Los turistas aplaudían, chiflaban de puro gusto y Juan Torres no podía creer que había sido derrotado por Catarino. Pero en ese momento, la catrina verde se le apareció a Catarino entre los aplausos, las velas y las flores y le extendió la mano.
-          ¡Felicidades Catarino! ¡Lo hiciste! ¡Lo lograste!
-          ¡Mi catrinita verde! ¡Mi musa!
-          ¿Nos vamos?
-          Si nos dejan… entre todo este barullo…
La catrina verde tomó la mano de Catarino mientras los mariachis que habían asistido al festival comenzaban a tocar la canción que el creador de la “Catrina Novia” tarareara mientras la creaba.

-          “Y ahí, juntitos los dos, cerquita de Dios, será lo que soñamos… Si nos dejan, te llevo de la mano corazón y ahí nos vamos…”

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